
Dice la corriente de la Programación Neurolingüística que el cerebro no entiende la palabra «no», que es un concepto incomprensible. Partiendo de esta idea es lógico que la idea de aplicar ideas positivas y alejar las ideas más negativas sea la que mueva nuestro órgano más importante hacia la consecución de nuestros objetivos. Pero una cosa es cierta, como dice Elsa Punset, de todas las cosas que le pueden ocurrir a una persona durante el día, el ser humano siempre va a tender a recordar lo negativo, independientemente de todos los aspectos positivos que haya podido experimentar a lo largo del día. Así pues, aunque el cerebro no entienda el no, el ser humano tiende a recordar y hacer hincapié en lo negativo. De ahí, la enorme importancia de educar nuestro cerebro hacia actitudes más adecuadas y positivas, que nos puedan ayudar a ir hacia delante y a avanzar en lugar de anclarnos en lo negativo.
Hay varios ejercicios que podemos hacer para que nuestro cerebro se reeduque en la positividad, como por ejemplo:
Recordar antes de acostarse al menos 3 hechos positivos, aprender a controlar el miedo aceptando el fracaso como una posibilidad, dedicar tiempo a explorar cosas nuevas, hacer deporte y no perder la capacidad de sorprenderse. Ante la búsqueda de empleo podemos posicionarnos de dos maneras: desde el optimismo y desde el pesimismo, y según de donde partamos nuestras posibilidades de éxito variarán.
Tenemos clara la realidad y las circunstancias que nos rodean, lo que no tenemos tan claro a veces son los pasos que podemos dar y, sobre todo, la actitud que debemos tener. Es evidente que buscar trabajo está lleno de fracasos y frustraciones, que la época histórica que nos ha tocado vivir no es muy favorable, pero una cosa está más que clara: el cómo enfocamos y vivimos esas realidades.
Si te centras en lo que puedes hacer y no en lo que no puedes hacer, tus opciones de seguir adelante serán mayores. No por ello encontrarás trabajo más fácilmente (o sí) pero al menos tu cerebro no te jugará malas pasadas.