
Cuando empezamos un proceso de autoconocimiento con el fin de clarificar nuestro itinerario profesional, una de las partes claves que vamos a tener que analizar (por un lado nosotros solos y por otro con la ayuda de otros) va a ser nuestra imagen profesional. Con la idea de imagen profesional no nos estamos refiriendo al aspecto externo como tal, nuestro estilo o forma de vestir, sino a otra cosa mucho más compleja. Definimos imagen personal como el conjunto de cualidades y características que representan las percepciones de su competencia y el carácter a juzgar por sus componentes principales (es decir, clientes, superiores, subordinados, compañeros de trabajo) (extraído de Marketingeros) Es decir, la imagen profesional es lo que proyectamos hacia los demás sobre nuestra competencia profesional. Y que esa imagen sea óptima es algo tremendamente importante, ¿o acaso no nos guiamos todos, en mayor o menor medida, por lo que «vemos» de los demás? La imagen profesional que demos a los demás, tanto en el cara a cara como en otros ámbitos (redes sociales e internet, principalmente) es clave, porque es lo primero que los demás van a ver de nosotros, antes casi que a nosotros mismos. Os dejamos cinco recomendaciones para que esa imagen profesional sea lo más favorable posible.
- Tener clara mi identidad profesional. Es decir, responder clara y concisamente a la pregunta ¿qué imagen quiero transmitir? Para ello tendremos que extraer información por dos vías: interna, yo conmigo mismo (respondiendo a preguntas tipo ¿dónde quiero llegar?, ¿cuál es mi objetivo profesional?, ¿qué tengo?, etc) y la vía externa, pidiendo un feedback a mis amigos, compañeros, etc, y buscando que este sea lo más objetivo posible dentro de las posibilidades.
- Cuidar mi reputación on line. La imagen que proyectamos en la web tiene que ser coherente con lo que proyectamos en nuestra vida diaria, así que pensaremos dos veces lo que colgamos en las redes sociales, las opiniones que vertemos y seremos conscientes de que internet es un gran escaparate que nos puede ayudar a posicionarnos o provocar todo lo contrario.
- Practicar el networking de una manera sana. Esto significa cuidar mis contactos y generar otros nuevos con idea de que sea beneficioso y colaborativo para todos, no sólo para mi mismo. Si buscamos únicamente el beneficio personal, el networking no tiene sentido y además no generará nada, porque tiene que ser algo bidireccional.
- Ser flexible. Y adaptativo, deberé ser capaz de cambiar las estrategias que no funcionen o de aclimatarme a los ritmos que me marque la realidad. Crear, potenciar y mantener una imagen profesional adecuada no es cuestión de horas, ni de días, ni siquiera de semanas… y esto implica necesariamente que sea capaz de reinventarme constantemente sin perder la esencia.
- Creérmelo (pero sin ser creído). Este es el punto primordial, si no me creo la imagen que transmito, estoy vendiendo humo, y si me lo creo en exceso, estoy vendiendo una marca irreal. Seamos honestos y conscientes de nuestras capacidades y limitaciones, la prepotencia aquí no nos va a servir de nada.