
El sábado fue el día de la mujer trabajadora y qué mejor momento para analizar la situación de la mujer en el ámbito profesional.
Muchas webs y espacios especializados se hicieron eco y publicaron diversos estudios en referencia a la situación de la mujer en el ámbito profesional, y nos encontramos con titulares como «Un 80% de los trabajadores cree que predomina la discriminación laboral hacia la mujer de equiposytalento.com» o «La crisis se lleva por delante más de 43.000 negocios emprendidos por mujeres en rrhhdigital.com«.
Y es que una cosa está clara: si después de más de 100 años conmemorando este día las cosas sigue casi igual, algo no está yendo como tiene que ir.
El hecho de que el acceso de la mujer al mercado laboral se pueda seguir considerando como un elemento distorsionador del estado de bienestar tradicional y si además su valoración profesional y salarial sigue siendo más difícil de probar que la de su homónimo masculino, pone de manifiesto que asistimos a una situación más que anclada y anquilosada, difícil de erradicar y sin duda que requiere de un trabajo extra no ya en las generaciones más mayores si no en la de los más jóvenes.
El concepto de paridad alude a la igualdad entre hombres y mujeres como tal, como profesionales capaces independientemente de su género. De hecho hace unos días se hablaba de la idoneidad de crear curriculums ciegos para evitar la discriminación en general y por supuesto, la motivada por género.
Al final, lo verdaderamente importante son las personas, sí, pero como profesionales y no encuadradas dentro de un género u otro. Si el talento se entiende como un elemento generador de valor, el talento no debe tener sexo. Esperemos que las nuevas generaciones puedan ser capaces de generar un respeto y un valor nunca antes visto, dejando de lado aspectos irrelevantes para el trabajo y centrando la calidad de un profesional en su desempeño profesional.